miércoles, 22 de diciembre de 2010

Darío Dubois. El “King Diamond” del ascenso.

Dubois no fue conocido por ser un gran jugador o haber salido goleador del torneo. Para nada. Pasó a la historia del ascenso por pintarse la cara al mejor estilo black metal para defender los colores de su equipo de entonces, el Ferrocarril Midland.

Cuenta la historia que la primera vez que se pintó para jugar fue para un clásico ante Argentino de Merlo. Luego de ese partido, volvió a pintarse un par de veces más hasta que se lo prohibieron.
“Me da polenta. Te pintás, salís para guerrear y los matás a los rivales”, respondía Dubois cuando le preguntaban el por qué de salir pintado a jugar.

Dubois no solo es recordado por pintarse, sino también por su manera de relacionarse con técnicos, empresarios, dirigentes y árbitros.
Una tarde a mediados de 1995 jugaban Acasusso y Lugano en Boulogne. Por ese entonces una empresa esponsorizaba a Lugano y prometía pagar a los jugadores 40 pesos por partido ganado. Venían con una racha de tres victorias y la empresa no cumplía: "Resulta que el primer partido que ganamos no nos pagaron, entonces decidí llevarme una cinta aisladora negra para taparme la publicidad de la camiseta. Pero justo en ese partido me la olvidé. Entonces, como había llovido, apenas salimos a la cancha hice como que me persignaba (todos los jugadores hacen eso, pero yo no creo en ninguna religión), agarré barro y me tapé la publicidad. La camiseta naranja quedó cubierta con barro. Me puteaban todos, hasta mis compañeros, no entendían nada, el sponsor se cagaba de risa de nosotros, ¿entendés? No nos pagaban, y yo con esa guita viajaba. Después en la semana, la comisión se juntó y me querían suspender, pero no lo hicieron".Otra historia del ascenso que lo tiene a Darío nuevamente como protagonista se dio en el Bajo Belgrano.
“Una vez jugando para Midland enfrentábamos a Excursionistas en el Bajo Belgrano. En la segunda falta que hago el árbitro Juan Carlos Moreno me saca la segunda amarilla y cuando me saca la roja se la caen 500 pesos del bolsillo; me zambullí al suelo, agarré la guita y me fui corriendo. Me seguían todos: el árbitro, los jugadores, cuerpo técnico, se armó un quilombo que ni te cuento. Adentro de la manga, rodeado, le dije al juez: 'Este es el premio que vos me sacas por echarme, hijo de puta'. Al final se lo terminé devolviendo porque sino me daban veinte fechas”.
Se había iniciado en Yupanqui en 1994 y después vistió diferentes camisetas del ascenso, como la de Atlético Lugano (1995/97 y 2001), Ferrocarril Midland (1998/99 y 2001/02), Deportivo Riestra (1999/2000), Laferrere (2000), Cañuelas (2001) y Victoriano Arenas (2002/05).
El fútbol le jugó una mala pasada, como a infinidad de jugadores. Durante un partido a mediados del año pasado se rompió los ligamentos. Como sucede comúnmente en estas divisiones, el club en cuestión - Victoriano Arenas- no se hizo cargo de su lesión. "Me mandaban a todos los hospitales públicos de Avellaneda... y ahí no sabes quién te toca. A mí me tenía que ver un médico deportivo. Imaginate si me agarra uno de esos que están haciendo una residencia... me deja la rodilla en la nuca. A fin de año me llamó la secretaria del club y me quiso hacer firmar el pase donde decía que gozaba de buena salud. Fui a la sede y cuando me dio el papel, lo empecé a leer y le dije: 'ni en pedo firmo esto' y salí corriendo con el pase en la mano. Atrás me corrían la secretaria y un par de tipos más. Era muy loco corriendo por las calles de Valentín Alsina con mi pase sin firmarlo."
Esto termino de alejarlo de las canchas del ascenso. Lamentablemente, tampoco está presente entre nosotros. Dos balas acabaron con su vida en un asalto. Darío el fútbol de ascenso te va a extrañar.

Extraído de: Alza tu voz zine. Mayo/Junio 2009

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